Por: Rubén Olveira Araujo
Expertos opinan que las empresas que tienen una tradición industrial deben añadir una capa de software a sus productos para innovar
Bilbao – El software libre está de moda. Facebook, Google o Yahoo lo usan. “Todas las empresas de tecnología que nos están cambiando la vida utilizan código abierto”, dice Santiago Madruga, director general de Red Hat en el Estado, la mayor compañía de software libre a nivel mundial.
Se está hablando mucho del código abierto y todo lo que se dice es para bien. ¿Habría alguna pega?
-La tecnología libre tiene sus ventajas e inconvenientes respecto a la propietaria. El primer beneficio es que es público, por lo tanto es un bien que está a disposición de todo el mundo. El segundo es la innovación, porque las buenas ideas no tienen por qué salir de una empresa, sino que pueden surgir en comunidades o diferentes equipos. Y en tercer lugar, es más eficiente, más rápido y, en definitiva, mejor.
¿Y el inconveniente?
-Que no es tan estable como el propietario. La comunidad de código abierto es un laboratorio mundial y todo va cambiando continuamente. Las empresas necesitan estabilidad más que obtener lo último tecnológicamente, además de unas garantías para evitar riesgos y sentirse seguros. Por eso para quienes no tienen demasiados recursos puede resultar un inconveniente. Y ahí es donde entra Red Hat.
¿Qué hacen exactamente?
-Nosotros paquetizamos y congelamos el código para dar soporte y convertir en consumible el software libre para las empresas. Y, sobre todo, aportamos servicios de valor añadido, que es donde destacamos.
Si no se cobra por la tecnología, ¿cuál sería el modelo de negocio?
-La tecnología no es nuestra, sino de todo el mundo. Eso es bueno, porque lo hacemos entre todos, pero no podemos cobrar por ello. Red Hat hace negocio aportando servicios de valor añadido a ese software para que las empresas le puedan sacar un rendimiento económico. Un ejemplo sería que nuestro software funcione en todos los hardwares, sean la marca que sean.
¿Y luego devuelven ese conocimiento a la comunidad?
-Así es. Por eso ningún cliente está atrapado en Red Hat. Si llega un día en el que creen que no les compensan nuestros servicios, pueden cambiar a otra empresa sin ningún problema legal. Nosotros nos tenemos que ganar la confianza de nuestros clientes cada año. Es un trabajo duro, en el que invertimos mucho dinero, pero por eso nuestros clientes están muy contentos con el nivel.
¿Cuál es el mayor esfuerzo que hacen como compañía por la comunidad de software libre?
-Uno de los problemas que tiene Red Hat es que todas las empresas que adquirimos de software y tecnología, principalmente propietaria, tenemos que pasarlas a código abierto. Eso, muchas veces, significa reescribir prácticamente todo el código. Y Red Hat tiene que hacer todo ese trabajo. Nos lo tomamos como una obligación: nuestra manera particular de contribuir al código abierto.
¿Cómo valora la evolución de Euskadi en este sector?
-De ser un entorno muy industrializado ha pasado a ser un territorio también altamente industrializado, pero con una capa de tecnología, de software y de servicios muy importante, que es donde hoy en día yo creo que se está librando la batalla de la innovación. Todos los productos del día de mañana van a tener un componente digital muy fuerte. Estamos inmersos en una carrera por digitalizar los productos y servicios: la banca es on line, los relojes son smartwatch, etc. Todos queremos estar conectados. Y es muy importante que las empresas que tienen una tradición industrial sepan añadir una capa de software a sus productos.